La expulsión de Adán y Eva

   © Fotos: Eduardo Ruigómez. Grabados: John Martin

El texto de presentación está sacado de la documentación de la excelente edición de la exposición John Martin, 1789 – 1854 / la oscuridad visible / Estampas y dibujos de la Colección Campbell, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2006.

John Martin (1789-1854) es uno de los artistas más destacados del romanticismo inglés y uno de los máximos exponentes de la estética de lo sublime, que busca despertar la emoción del espectador a través de la representación de lo sobrenatural y del poder desenfrenado de la naturaleza. Consiguió plasmar este concepto en su pintura y, de forma especial, en sus grabados a través del dominio de la “manera negra”, o mezotinta, técnica del grabado en la que a partir de un negro total los blancos de las formas y objetos son destacados por toques de luz precisos.

Tras un conjunto de acuarelas inspiradas en aguafuertes italianos del siglo XVIII de vistas y ruinas clásicas, Tipos de árboles fue la primera serie gráfica de John Martin y su primer libro ilustrado. En la segunda serie, Vistas de Sezincot House, centró su atención en estudios arquitectónicos de la suntuosa mansión de ese nombre y en las visiones paisajísticas de su entorno. Poco después, surgió el conocimiento de la “manera negra” que, aplicado a temas procedentes de las Metamorfosis de Ovidio –como El cenador de Pafo- y de la Biblia, definió su personalidad artística.

Las estampas que John Martin realizó para ilustrar el poema El paraíso perdido de John Milton le proporcionaron gran éxito por parte del público y de la crítica, y consolidaron, así, su carrera como grabador. Al situar historias épicas en escenarios grandiosos, determinó el significado de lo sublime en el arte romántico, y, por otra parte, consolidó su estilo, pronto seguido por otros artistas e imitadores. Pero la culminación de su original inventiva y de su imaginación arquitectónica, y uno de los mejores ejemplos de lo sublime en el arte romántico, fue El festín de Baltasar.

A finales de la década de los años veinte y comienzos de los treinta, creó algunas de sus obras más célebres, que se consideran obras maestras de la historia del grabado. Entre ellas destacan El diluvio –que Martin consideró su obra favorita-, La caída de Nínive y Satán presidiendo el Consejo del Infierno. En ellas, la grandiosidad del escenario y el dramático juego de luces y sombras se consiguen a través de un dominio extraordinario de la “manera negra”.

En 1830 John Martin acometió la ilustración de la Biblia. Logró realizar varias estampas, pero el elevado precio de la edición determinó que tuviera que abandonar este ambicioso proyecto. Quizá por ello, durante el periodo final de su trayectoria grabó numerosos temas bíblicos, como La Crucifixión, Sadak en busca de las aguas del olvido o El Juicio Final.