¿A la Fotografía se la respeta como se merece?

   © M. Luz Cámara

Como aficionada a la Fotografía es una pregunta recurrente en mi cabeza; y la conclusión a la que llego es que no. Evidentemente hablo en líneas generales porque claro que se la respeta como se merece si vamos a poner el foco en lugares y personas determinados; pero cuando levantamos la mirada, ampliando el campo de visión, pienso que falta que nos la tomemos en serio de verdad.

Hoy en día todos podemos generar imágenes con una facilidad que nunca en la historia de la Fotografía se dio; está al alcance de cualquier mano que sostenga un móvil. Pero eso tiene su lado positivo y su lado negativo. Positivo porque la Fotografía se siente cercana y accesible a la mayoría de personas. Negativo porque esa misma facilidad de acceso la puede convertir en algo banal.

No son lo mismo las fotografías de usar y tirar que las fotografías que nacen de una mirada educada y de la necesidad de materializar en imágenes pulsiones internas que a veces te llevan toda una vida lograr expresar. El problema radica cuando el mar está mezclado y revuelto, y no se sabe diferenciar entre un tipo y el otro. Un mar, por otro lado, muy saturado de imágenes. ¿Cómo podemos superar el empacho colectivo de imágenes que tanto daño hace para diferenciar entre las fotografías volátiles de las fotografías con peso y sustancia, bien elaboradas y originadas por el/la auténtico/a fotógrafo/a? Pues creo que con un nivel cultural fotográfico más alto, más extendido, más generalizado.

Conseguir ese nivel alto es tarea de todos. Empezando por las instituciones públicas y privadas que debería apostar por la difusión de la Fotografía pero no como un bien para un determinado público sino entendiendo la Fotografía como un bien cultural para todos. Fomentando muy intensamente la formación en los centros educativos y también a través de los medios de comunicación. Que los festivales de Fotografía no sean setas que nacen por todos lados con un impacto mediático engañoso y que realmente su organización sea sólida y seria. Que los aficionados reclamemos a esas instituciones más oferta fotográfica y que no nos de igual la precariedad de lo que nos ofrezcan. Y que tampoco nos de igual el poco respeto que a veces se detecta por la obra de un/a fotógrafo/a como recientemente pasó en un periódico de tirada nacional que pasaron por muerto el niño que Pérez Siquier fotografió en La Chanca haciéndose el muerto.

Cuando al ciudadano/a de a pie lo paremos por la calle y pueda darnos cinco nombres de fotógrafos/as sin pensárselo mucho como respuesta a la pregunta ¿conoce usted a fotógrafos/as célebres? Estaremos muy bien encaminados para conseguir el auténtico respeto que la Fotografía se merece; es tarea de todos.