Deus-Ex-Machina: sobre la incertidumbre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


    ἀπὸ μηχανῆς θεóς                         «Dios a través de la máquina»

  © Emilio García Dominguez

Se denomina «Deus Ex Machina» a toda trama que se resuelve a través de un elemento, personaje o fuerza externa que no haya sido mencionado con anterioridad y nada tenga que ver con los personajes ni la lógica interna de la historia.

 Así, en la fotografía, siempre, entre el motivo y el artífice, el autor, media un artilugio, un aparato, un dispositivo óptico: la cámara. Una máquina.

La máquina hace la foto: por muy planificada, medida y sopesada que esté la toma; aun con toda nuestra experiencia, capacidad, intuición…en esa fracción ínfima de segundo que separa el acto de pulsar del resultado final visible, en ese instante leve... puede ocurrir un milagro, un desastre, una variación, un imprevisto… un ‘algo’ en definitiva a veces prácticamente imperceptible que concede la autoría final a una máquina en realidad.

Así como el “principio de incertidumbre de Heisenberg” concluye que la observación modifica o altera lo observado (algo que en un contexto artístico puede considerarse un valor, la manifestación de la personalidad y el ‘estilo’), hemos de añadir en el caso de la fotografía otra alteración: la que produce el mecanismo a través del cual miramos, observamos, sentimos y pensamos y donde, en última instancia, ‘se hace la foto’. Todavía hoy cuesta a muchas personas considerar ‘arte’ puro a la Fotografía; se debe tal reticencia a la presencia de la máquina. La mano explícita del autor en los procesos de revelado, tratamiento de imágenes, fotocomposiciones, etc. no logran eludir esa incómoda dependencia de la máquina. Esa supuesta merma de calidad humana, ese déficit de pureza artística, podría tener que ver con el famoso “valle inquietante” (1) que postulara en 1970 el experto en robótica japonés Masahiro Mori. Aquí, el hecho de que una máquina traslade de forma tan fiel nuestra forma de ver y de que a su través podamos transmitir incluso sentimientos, genera una desconfianza casi inconsciente, y a veces temor.

Podemos tener hoy a nuestro alcance tal cantidad inabarcable de imágenes que pareciera se hicieran solas, y tendemos a olvidar que están ahí porque alguien, un ser humano, las ha realizado. Esta revista, 1:1, nos ayuda a recordar que detrás de cada imagen hay personas, y en este número conoceremos un poco de la labor de cuatro de ellas que se arriesgan a soportar la incertidumbre de si lo que ‘saldrá’ tras el ‘click’ de la cámara fotográfica se corresponderá con lo que observaba a través del visor y con el resultado que visualizó en su mente durante ese tiempo incalculable en el que ambos, el artífice y el motivo, estuvieron mutuamente expuestos. Ser capaz de asumir tal riesgo, podría, quizá, ser el verdadero “arte de la fotografía”.

1.-El valle inquietante —del inglés: uncanny valley— es una hipótesis en el campo de la robótica y animación por computadora en 3D que afirma que cuando las réplicas antropomórficas se acercan en exceso a la apariencia y comportamiento de un ser humano real, causan una respuesta de rechazo entre los observadores humanos. El «valle» en cuestión es una inclinación en un gráfico propuesto, que mide la positividad de la reacción de las personas según el parecido humano del robot

 

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