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Cuando empecé a trabajar en mi proyecto fotográfico de “interiores chinos” en junio del 2004, alrededor de un año después de terminar mi proyecto de “interiores cubanos”, creí que podía tomar el mismo enfoque en China como el que había tomado en Cuba… fotografiando a las personas dentro de sus casas; reuniéndome con ellas, conociéndolas, ubicándolas como yo, el fotógrafo, las veía, dentro de sus casas. Y más importante, hablar con estas personas en su idioma e integrarme a sus vidas por cortos períodos de tiempo.

No resultó ser para nada así en China. Yo no hablo el idioma y soy mayoritariamente ignorante de su cultura. Al poco de embarcarme en el proyecto me di cuenta de que no sería capaz de integrarme en las vidas de estas personas tan fácilmente. La forma en que reaccionaban al ver un hombre alto con su equipo fotográfico en su puerta, me hizo darme cuenta de que esto no iba funcionar.

Me sentía como un extraterrestre en la puerta de esta gente.
Aquí estaba, un fotógrafo holandés, deseando entrar a los hogares de estas familias chinas, pero incapaz de comunicarme con mis sujetos. Y me pregunté a mi mismo “¿qué estoy haciendo aquí?”

Pero mi curiosidad por saber más sobre la gente y su comportamiento hacia mí me llevó a perseguir mi misión personal aún más implacablemente. Empecé a trabajar con un intérprete quien me ayudó a explicar quién era y qué era lo que yo quería hacer. Una vez superada esta valla crítica, pude comunicarme con mis sujetos, a través de los ojos, emociones y sensaciones. Rápidamente, me encontré mezclándome en los hogares de esta gente, igual que en cualquier país donde podía hablar el idioma, y captando estos momentos de silenciosa comunicación con mis sujetos.

Pasé la mayor parte del tiempo tomando fotografías en las áreas rurales de China. Las vidas cotidianas se revelaban a través de los cuerpos y rostros de la gente que conocí, a veces de forma
Interiores Chinos
Textos y Fotos:©Robert van der Hilst
Comunicando a través de los ojos, los sentimientos y las emociones.