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El valor de las fotografías ¿De donde viene? 2

¿Son valiosas estas fotografías no artísticas, para alguien más que para quien las tomó y para su círculo íntimo; o, en el caso de la foto periodística, para el medio que la encargó o la publicitaria para el cliente que las compró? En otras palabras ¿La foto efímera tiene algún valor que trascienda el momento en que son producidas? A primera vista pareciera que no, ¿Qué relevancia tienen las fotos del cumpleaños de mis nietos, o la fiesta de Navidad de 2004, la publicidad de una marca de automóviles de 1998 o el gol de un equipo checo en un partido de segunda división? Pero, por otro lado sorprende ver el interés que existe hoy por organizar archivos fotográficos en base precisamente a este tipo de fotos y las iniciativas que diversos centros académicos, museos, instituciones públicas y privadas de coleccionar fotos sin status artístico o pedigree en el mercado y a organizarlas sistemáticamente, con los costos y trabajo que esta tarea implica. Amen de las “colecciones” asitemáticas de fotos personales que mucha gente guarda en sus casas.

Para explicar este fenómeno hay que tener en cuenta que la historia es un proceso, que todo y cada cosa tiene historia y que todas las historias están compuestas de infinitas pequeñas historias, de instantes, los que son captados y congelados en cada fotografía. Cuando queremos reconstruir la historia, o al menos aproximarnos a la historia personal, social, familiar, del entorno, de una institución, de un grupo, recurrimos a las fotos guardadas, las que nos permiten agarrar, mejor que nada, los ladrillos con que se ha construido la historia.

También se valorizan tanto las fotos porque la nostalgia en la vida cotidiana está reemplazando la crítica así como las utopías y los planes de futuro. La reconstrucción del pasado que vemos en series de televisión y películas, moda, mobiliario, joyería, etc. es sintomática de esta nostalgia y es nostalgia de un pasado que se encuentra fotografiado, no va más allá del siglo XX. Quizás precisamente porque está fotografiado que nos parece real, no así pasados más lejanos de los que no contamos con imágenes fidedignas. Quizás la obra que mejor represente esta tendencia es Midnigt in Paris (1911) de Woody Allen en la que el protagonista viajaba cada noche al pasado que añoraba, cuyas imágenes indudablemente conocía. Esta nostalgia no se encuentra ni en los modelos de pensamiento vigentes ni en otras formas artísticas.

Las imágenes que nos permiten reconstruir el pasado al igual que las de autor también son rescatadas por instituciones externas al mundo de la fotografía: historiadores, archivos, universidades, para terminar finalmente en la Web. Paradójicamente el más moderno de los instrumentos termina, como dice P. Frank, afianzando viejos sistemas y no creando nuevas perspectivas.

Guillermo Labarca