Fotógrafos africanos: un oficio en transición

El equilibrio incierto de una profesión entre dos épocas

 

Fotos: © Adrien Tache

Textos: © Lea Bages / Adrien Tache. Traducción: © Carlota Bantulà

  • Mohamed, Omar, Diallo o Siby son africanos y fotógrafos. Estos cazadores de imágenes son de Mauritania, Senegal o de Guinea Conakry. En esta región de África, la fotografía aún tiene un lugar importante en la sociedad. Yagfa, decano de los fotógrafos de Nouhadibou (Mauritania), explica: "No hay una cultura artística de la fotografía en África Occidental. Lo que queremos es el recuerdo".

    Desde la simple foto de pasaporte tomada en un estudio de decoración kitsch, hasta los encargos de reportajes para bodas, bautizos, comuniones y otras ceremonias oficiales... el oficio de fotógrafo en África occidental no está muerto... sino que el oficio, lejos de las prácticas occidentales, está cambiando.

    "Mecánica". Curiosa palabra para referirse a una analógica. Sin embargo, así es como los fotógrafos profesionales llaman a sus antiguos equipos. Si algunos tienen cámaras bridge, cámaras compactas o analógicas electrónicas, muchos trabajan con cámaras antiguas de los años 70/80: Konica, Canon, Pentax, Zenith ... Mientras que los hay que prefieren referirse a sí mismos como fotógrafos ambulantes, la mayoría tienen sus propios estudios, con fachadas vistosas, a menudo de colores brillantes y decoradas por el "calígrafo" local.

    Los interiores, iluminados con luces de neón, son a menudo muy sencillos, y por lo general cuentan con un sofá para los huéspedes, una mesa y unos cuantos accesorios de plástico. En las paredes cuelgan carteles o las telas de colores, usados de fondo para los retratos.

    Siendo significativos los gastos de alquiler y de materiales (película, impresión ...), no es raro ver que estas instalaciones se comparten con otros oficios como sastrería o peluquerías. A veces, el estudio se encuentra en la casa del fotógrafo, como el de Siby, de Senegal que dice que esta "obligado a tener otro empleo para llegar bien a fin de mes". Algunos de sus colegas son también albañiles, monitores de escuela o cuidadores.

    Además, de junio a septiembre, durante "la invernada", que corresponde a la estación de las lluvias en África, el negocio va no va tan bien. Sólo después de las cosechas que vuelven las bodas y las ceremonias empiezan de nuevo a acelerarse.

    Para estos fotógrafos, especialmente los de los pueblos, el analógico plantea algunos problemas. "Trabajar con película comienza a resultarme caro, porque el laboratorio donde lavo (revelo) mis fotos se encuentra a 300 km de mi estudio" informa un fotógrafo de pueblo en Podor (Senegal). "Tengo que pagar las idas y venidas y los clientes no tienen a veces los medios para pagar las fotos que me encargaron o vienen a recogérmelas dos años más tarde". Cabe señalar que en estos países hay una impresión 13x18 cuesta una media de 0,70 euros, que es caro si tenemos en cuenta que una comida básica cuesta la mitad.

    Hubo una época en que los fotógrafos africanos tenían que "enviar los impresiones a Francia para revelar en blanco y negro", comenta un fotógrafo de pueblo cerca de Maliville, en Guinea Conakry.

    Si se plantea el argumento económico, otros parámetros del trabajo están en juego, y no menos importantes: si el digital es menos caro, podría llevar al fin del oficio.

Digital: entre la fascinación y el desencanto

  • Para Mohamed, el fotógrafo Nouakchott, Mauritania, el desarrollo de la tecnología digital no es necesariamente bueno para los negocios. "Las cámaras digitales y ordenadores portátiles se vuelven más accesibles para la población local, y su manera de disparar es la misma que la nuestra. Si no elevamos el nivel de nuestros estudios de fotografía se cerrarán pronto y sólo los laboratorios seguirán abiertos para hacer retratos de los clientes. Aquí, el mero hecho de ser propietario de una cámara es una plusvalía, que permite a demasiada gente calificarse como fotógrafo y así montar rápidamente un negocio. La competencia es feroz y algunos rompen los precios para salir adelante, y además hay muy pocos reagrupamientos solidarios entre fotógrafos".

    A pesar de un discurso sombrío sobre el futuro de los negocios, Mohamed todavía ve una solución: la formación. "Los fotógrafos africanos actuales no tienen ningún acceso a la educación, y la débil teoría que se conoce se transmite de manera oral. Aplican un ajuste en particular en función de la luz, pero a menudo esta mal aprendido, explica. Aquellos que quieren convertirse en fotoperiodistas deben ir a estudiar a Dakar (Senegal) porque en Mauritania no hay ninguna escuela de foto".

    La falta de formación se refleja en el resultado. Las fotos estan generalmente aplastadas por un flash frontal, mal ajustado, mal encuadrado, mal anticipado y con un foco no siempre bien ajustado. "Un día bajé la velocidad de obturación por error, - cuenta - , y al lavar mi imagen vi con sorpresa que el fondo se sobreimpresionaba en la cara de mi sujeto. Me di cuenta entonces de que poco conocíamos nuestros aparatos y que nos limitábamos a los ajustes que conocíamos. Para mí esta claro, sin la formación adecuada y un buen equipo nos dirigimos directamente hacia la decadencia del oficio".