En el número inaugural definíamos 1:1 como una revista que, en los términos cartográficos que le dan el nombre, establece una escala de proyección uno a uno, en la que el artista enseña y acerca su obra y el lector se acerca y la interpreta, en la que el artista inicia la obra creándola y cada lector la cierra leyéndola; en este sentido nos interesa tanto que haya una obra que se presenta como un lector que la observa, no hay mirada colectiva.

Definíamos también 1:1 como una revista de creación, de indagación y de expresión
de arte fotográfico. Cada artista muestra una (única) obra, no una galería ni una colección, y ello implica, para las obras que integran el cuerpo central de 1:1, las tituladas propuestas, que la obra es una obra compuesta, y lo es por varias imágenes y texto, que, como los libros, la literatura, la música, el cine o el teatro, no se han visto si no se han leído completas. No defendemos con ello el carácter imperativo de ver cada obra completa, pero sí reconocemos que si no lo hacemos, tendremos que admitir que hemos dejado inacabada una obra, reduciéndola quizá a algunas fotos sueltas de autor, con el riesgo incluso en este último caso de haber dañado la intención que las creo.

Por último, definíamos 1:1 como una revista de obras mixtas imagen-palabra, quizá incluso de obras de autoría compartida, fotógrafo y escritor.
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Un punto de encuentro en la fotografía