Rastros y máscaras

Fotos y texto: © Guillermo Labarca

  • Las miradas y los rostros revelan y ocultan; las máscaras esconden y muestran. El rostro puede ser una máscara y la máscara una cara. Es cuestión de saber leer los signos. Así como la memoria es un órgano que nos hace olvidar y, agregaría, nos hace recordar cosas que nunca existieron, las miradas también pueden ser engañosas: en algunas películas los asaltantes de bancos llevan la máscara del Pato Donald, piensas que los ojos de tu amante te dicen que te quiere mientras está maquinando una infidelidad, aparecen por las calles payasos asesinos, los políticos en televisión hablan con rostros que rezuman sinceridad y preocupación por la nación y por cada uno que los están viendo, vemos caras que parecen estar sumidas en profundas meditaciones de gran trascendencia escondiendo un exclusivo interés por el fútbol, el consumo o la pornografía.

    Pero no sólo engañan, también revelan, especialmente aquellas que son inamovibles como las que se encuentran en obras de arte y en objetos inanimados. Las fotografías fijan en un instante una expresión, una mirada, un sentimiento y esa imagen pasa a ser independiente de quien la generó, ya no importa que quería, deseaba o buscaba el fotografiado, ni siquiera importa mucho si este realmente existió, solo importa la huella que deja, que es el signo que hay que saber leer.