Felice Beato en Japón

Fotos: © Felice Beato

Texto: © Guillermo Labarca

  • Felice Beato (Corfú, 1833 o 1834, Florencia, 1909) además de hacer una gran cantidad de fotografías de lugares como la India, Crimea, China, Japón, Corea, Sudán, Burma el Mediterráneo, Reino Unido y Egipto en la segunda mitad del S. XIX; de haber desarrollado técnicas fotográficas pioneras, como el coloreado a mano, el uso del colodión húmedo, en una época en que la fotografía estaba en pañales y de haber sido uno de los primeros fotoperiodístas introduce mundos desconocidos y exóticos en la sociedad europea.

    Su trabajo en el Japón se sitúa en un momento en el que esta sociedad ha iniciado un cambio modernizador que implicaba acabar con el feudalismo y su consiguiente cultura y en que Europa se abre hacia regiones mal conocidas y consideradas sólo por su exotismo y por su subordinación actual o potencial al imperialismo de las potencias europeas.

    Para artistas como Beato, y como había sido para Delacroix, Ingres, Gérôme con el mundo musulmán o posteriormente para Matisse o Van Gogh, se abrían dos posibles caminos: adoptar una visión imperialista o buscar rescatar los valores nacionales japoneses. Beato se sitúa a horcajadas en ambas opciones, por una parte se interesa por valores propios del Japón y por otra contribuye a mostrar la sociedad japonesa en Europa con una imaginería que alimenta la percepción exótica y pintoresca vigente en Europa.

    Al evaluar sus imágenes hay que tener en cuenta que la fotografía en la época precisaba de largos tiempos de exposición, en consecuencia las fotos de personas necesariamente eran hechas en sesiones posadas y no es justo considerarlas faltas de autenticidad. Muy por el contrario, Beato consigue imágenes de gran intensidad, muy directas, a veces desafiantes y que muestran modelos con seguridad en si mismos. Simbolizan personas que no entran en el juego de la superioridad occidental, encarnada, en ese momento, en el acto mismo de fotografiar. Tanto geishas como samuráis son sujetos que afirman su propia identidad sin complejos. Si bien esta es una afirmación de valores japoneses también desconoce que la sociedad japonesa los está dejando atrás y está mudando hacia formas de vida alejadas del feudalismo.

    Pero el conocimiento que adquirió de tradiciones japonesas le permitió también hacer innovaciones en la técnica fotográfica con el coloreado manual. Él empleaba dibujantes locales para colorear sus tomas en blanco y negro con técnicas propias de los artístas locales, logrando así un avance en el mundo de la fotografía.

    La vida de Beato es rica en vivencias de todo tipo, él fue, además de fotógrafo, comerciante, pequeño empresario, especulador financiero, inventor pero sobre todo viajero. Mucho se ha escrito sobre él y mucho se puede escribir todavía, personaje complejo no susceptible de ser encasillado en una definición simple. Este trabajo que presentamos aquí es solo una fracción de lo que hizo en Japón, que es sólo uno de los lugares en el que tomó fotografías, siendo la fotografía una de sus tantas actividades. No es fácil abarcar su obra en un texto y mucho menos su persona.