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Sobre los derechos de autor

Los derechos de autor es un tema candente hoy día. Hace poco tiempo un escritor madrileño, Javier Marías, escribía que había que cuidar de ellos por dos razones principales. La primera es porque es de justicia que el trabajo del autor se remunere adecuadamente y no sea apropiado por otros y la segunda es que sin la protección y resguardo de los derechos de autor muchos artistas dejarán de producir, con graves consecuencias para la cultura.

El segundo argumento no tiene sustento; como no sabemos que va a pasar en el futuro hay que remitirse a la experiencia pasada: siempre ha habido artistas que se han consagrado al arte sumidos en una incertidumbre total, siempre ha habido artistas que durante la mayor parte de su vida no han vivido de su arte y se las han arreglado para seguir produciendo, los ejemplos son muchos y de sobra conocidos. Más aún, cualquiera que decida dedicarse a una actividad artística está conciente de lo precaria que es su situación. No hay que temer entonces que la calidad y cantidad disminuya peligrosamente.

El otro argumento es poderoso, la justa remuneración por el trabajo realizado. Incluso es justo que los derechos de autor sean considerados un patrimonio heredable tal como lo es cualquier otro bien patrimonial. La cuestión es que estos derechos ¿a quién pertenecen?

Para contestar esta pregunta hay que evitar simplismos o generalizaciones populistas que sostienen que la cultura es patrimonio de toda la sociedad y por ende debe ser gratis y accesible a todos. Tampoco es el camino adecuado que el Estado asegure la continuidad del quehacer artístico sosteniendo con subsidios a los artistas o adquiriendo obras (visuales, musicales o de cualquier orden) para luego facilitarlas a la sociedad. Esta fórmula ha sido ensayada con malos resultados, la producción artística se somete rápidamente a criterios burocráticos, cuando no directamente propagandísticos de quienes sustentan el poder político. Aún cuando, afortunadamente, en aquellas sociedades donde se la ha usado masivamente (URSS, USA, Holanda, entre otras) ha habido artistas que han sabido superar las normas y restricciones burocráticas para producir con independencia y creatividad.