representa un caso extremo de despojo de intimidad. Ella, con la complicidad de los sujetos, quita todos los velos y pantallas físicos, síquicos y sociales que los cubren para mostrarlos en su desnudez sin poses ni artificios. Muestra además que la vida de las personas marginadas por la sociedad: travestis, drogadictos, desempleados, etc. son presas dignas de caza fotográfica, que no es necesario apuntar a modelos contratadas en una agencia para conseguir imágenes efectivas.

Disparar para obtener una foto de si mismo en el acto de tirar en el stand de feria puede ser una metáfora del suicidio, pero es, antes que nada, lo que el tirador busca; un homenaje a su poder, capaz de matar con un arma, registrado en el momento en que ejerce simbólicamente ese poder.
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Aun cuando es un deseo asociado a la muerte paradójicamente es un registro del deseo de inmortalidad. Es una forma peculiar de autorretrato, muy diferente a los de Cindy Sherman o Robert Mapplethorpe o incluso Annie Leibovitz pero con los que comparte el deseo de durar más allá del momento del disparo.

Por otra parte, reemplazar el fusil por la cámara, como hace el cazador reconvertido en fotógrafo, es conceder esa misma inmortalidad a la presa de caza, es reconocer su dignidad sin dejar de establecer con ella una lucha de la que sale ganador el fotógrafo-cazador cuando obtiene la imagen que desea de la presa, nerviosa y desconfiada, presa que no concede nada, mucho menos posar. El cazador si es hábil se apropia del alma del animal ... o, al
menos, de parte de ella.

En ciertas culturas desde largo tiempo y en la nuestra más recientemente, protegemos nuestra imagen, que para muchos viene a ser lo mismo que el alma, creando barreras policiales y también consecuencias legales con castigos pecuniarios cuando alguien intenta captarla sin nuestro consentimiento. Esto genera una paradoja que es que quiénes más han clamado por establecer estas barreras son precisamente aquellos que han hecho de su vida privada un asunto público, contagiándonos a todos con su preocupación por preservar nuestra imagen.

Los fotógrafos-cazadores tienen la vida difícil ahora que tantos se resisten a ser capturados.