Fotos y textos: © Thomas Devaux
Oscura y elegante, la obra del fotógrafo Thomas Devaux existe sumida en la dualidad espiritual a la que se ven confrontadas casi todas las personalidades. De hecho es otro el que está representado – sorprendido cuando, en tanto que individuo, se sumerge en los más profundos rincones de su “estado interno”. Su trabajo nos deja planteándonos preguntas sobre el carácter efímero o incluso sobra la noción misma de belleza evanescente.
Repleto de referencias clásicas y personalidades mitológicas reinventadas, Thomas Devaux se divierte jugando con diferentes estilos fotográficos antes de tapar finalmente sus huellas, dejando una obra terminada que es bella aunque técnicamente misteriosa al ojo desnudo. Con muestras fotográficas tomadas del mundo de la moda, separa las personalidades y los materiales de su entorno con el objeto de duplicarlos, descomponerlos para finalmente reconstruir. Empuja los límites de la fotografía de tal manera que la obra final es casi una réplica del aspecto y el espíritu de la litografía.
A Thomas Devaux le gusta la deconstrucción tanto como el equilibrio. Más precisamente, el concepto de “equilibrio controlado” construido con el exclusivo propósito de su destrucción final y su concepto de aislamiento dramático en el que la persona se “deshace a sí misma” es su base estética irresistible.
Estos cuerpos cuya propia destrucción está garantizada y que eran hasta hace poco armaduras impenetrables de lo bello y lo verdadero, se enfrentan de ahora en adelante a la verdad que está lejana al ideal: “La belleza se estructura desde el vacío”. ¿Que le espera ahora?